domingo, 20 de septiembre de 2020

Comunicación Intergeneracional

 

Comunicación intergeneracional



El hombre, por definición, es un animal social, es decir, que está destinado a vivir en grupo. En otras palabras, siempre hay algún elemento que nos une a otros individuos ya sea por motivos de raza, de cultura, de clase social o por motivos de edad, entre muchísimos otros. Así pues, constatamos la enorme importancia que tienen los grupos en cualquier sociedad humana.

Una generación es un grupo de individuos de una sociedad cuyo elemento de unión es sencillamente la edad. Sin embargo, el hecho de que varios individuos tengan una misma edad, muchas veces supone tener muchos otros elementos en común puesto que se ha vivido un mismo momento histórico, posiblemente se comparten unos mismos valores, y las vivencias y las circunstancias son similares. Por ello, el sentimiento de pertenecer a una generación puede llegar a ser muy fuerte, aunque debemos tener en cuenta que por encima de las divisiones que marcan las generaciones hay otras como las de clase social o de procedencia geográfica. De modo que para definir adecuadamente que es una generación debemos tener en cuenta que además de referirnos al hecho de pertenecer a un mismo grupo de edad supone también compartir una forma de pensar determinada, unos valores y unas actitudes similares, y ello comporta que cada generación adopte conductas diferenciadas o inclusive opuestas de las de las otras generaciones.

La comunicación según la generación

Como hemos visto en la definición de generación, los individuos que la componen comparten una forma de ser, unos valores y hasta un estado físico. Estos factores (la tendencia a presentar unos mismos valores y creencias, formas de ser y pensar) determinan las actitudes de los individuos y, por ende, su comportamiento. Por tanto, podemos afirmar que, en general, las generaciones comparten unas determinadas actitudes frente a la vida. Una vez más, es necesario tener en cuenta que hay otros muchos factores que determinan las actitudes y que en muchas ocasiones pueden tener más importancia que el mismo hecho generacional. Aun así, es necesario recalcar que las actitudes constituyen los componentes más importantes en la comunicación. Pensemos un poco más en ello.

En primer lugar, las actitudes de los jóvenes son quizás las más características, visibles y estereotipadas. Es cierto que la juventud no es una etapa estable emocionalmente. Los cambiantes estados de ánimo del joven o de la joven: la ansiedad, la euforia, la depresión, etc. representan obstáculos ciertamente graves para la comunicación. Esta inmadurez emocional conlleva que el joven crea que solo entre los miembros de su propia generación puede sentirse a gusto y comprendido. Además, tiene una gran necesidad de sentir que forma parte de un grupo e incluso de diluir su personalidad entre la gran masa de jóvenes Todo ello es fruto de la enorme necesidad que tiene de creer en algo y lo que le conduce a agarrarse ciegamente a los dogmas que le ofrece el grupo. Como consecuencia es corriente encontrarnos que los jóvenes muestren un cierto rechazo a las otras generaciones. Es evidente que este distanciamiento o rechazo constituye un gran obstáculo para que fluya la comunicación intergeneracional. Los datos obtenidos de la investigación en torno al tema de la identidad de edad nos conducen a afirmar que en la generación de los jóvenes el sentimiento de formar parte de un grupo es muy elevado comparativamente al sentimiento de pertenencia que muestran los otros dos grupos de edad establecidos. La fuerza de este sentimiento de pertenencia al grupo de edad provoca hostilidad contra todo aquello, aquel o aquella, que no forme parte de este grupo generacional. Estas actitudes de rechazo y hostilidad por la necesidad imperiosa de diferenciación son especialmente presentes en el ámbito familiar. Sin embargo, quiero insistir en el hecho de que las generalizaciones son en sí mismas empobrecedoras y, por tanto, mis afirmaciones u observaciones no tienen de ningún modo validez universal.

En cuanto a la comunicación de la generación adulta, posiblemente es la menos clasificable y la más variopinta. Si por un lado el ámbito social de la juventud está bastante definido en la escuela, las discotecas, los bares, etc., el de los adultos es el ámbito laboral. Este es tan variado y complejo que es posible que esta sea la razón por la cual sea considerada la generación más heterogénea y menos definible. Aun así, se pueden observar hechos generacionales que mantienen unidas a las generaciones. Asimismo, comparten unos mismos valores y creencias que determinan su comunicación.

Finalmente, la comunicación en la vejez está también bastante estereotipada y etiquetada como demuestran expresiones populares como "un viejo cascarrabias" o "las batallitas del abuelo". En efecto, un elemento que define en gran medida la comunicación en la vejez es la experiencia vital acumulada. Esto hace que los viejos hablen muy a menudo en un tono consejero sobre todo hacia la generación más joven. Asimismo, otro hecho determinante en la comunicación es la decadencia física, que en ocasiones puede hacer disminuir el poder de la comunicación y en otras puede utilizarse como defensa o excusa.


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