Comunicación intergeneracional
El hombre, por
definición, es un animal social, es decir, que está destinado a vivir en grupo.
En otras palabras, siempre hay algún elemento que nos une a otros individuos ya
sea por motivos de raza, de cultura, de clase social o por motivos de edad,
entre muchísimos otros. Así pues, constatamos la enorme importancia que tienen
los grupos en cualquier sociedad humana.
Una generación
es un grupo de individuos de una sociedad cuyo elemento de unión es
sencillamente la edad. Sin embargo, el hecho de que varios individuos tengan
una misma edad, muchas veces supone tener muchos otros elementos en común
puesto que se ha vivido un mismo momento histórico, posiblemente se comparten
unos mismos valores, y las vivencias y las circunstancias son similares. Por
ello, el sentimiento de pertenecer a una generación puede llegar a ser muy fuerte,
aunque debemos tener en cuenta que por encima de las divisiones que marcan las
generaciones hay otras como las de clase social o de procedencia geográfica. De
modo que para definir adecuadamente que es una generación debemos tener en
cuenta que además de referirnos al hecho de pertenecer a un mismo grupo de edad
supone también compartir una forma de pensar determinada, unos valores y unas
actitudes similares, y ello comporta que cada generación adopte conductas
diferenciadas o inclusive opuestas de las de las otras generaciones.
La
comunicación según la generación
Como
hemos visto en la definición de generación, los individuos que la componen
comparten una forma de ser, unos valores y hasta un estado físico. Estos
factores (la tendencia a presentar unos mismos valores y creencias, formas de
ser y pensar) determinan las actitudes de los individuos y, por ende, su
comportamiento. Por tanto, podemos afirmar que, en general, las generaciones
comparten unas determinadas actitudes frente a la vida. Una vez más, es necesario
tener en cuenta que hay otros muchos factores que determinan las actitudes y
que en muchas ocasiones pueden tener más importancia que el mismo hecho
generacional. Aun así, es necesario recalcar que las actitudes constituyen los
componentes más importantes en la comunicación. Pensemos un poco más en ello.
En primer lugar,
las actitudes de los jóvenes son quizás las más características, visibles y
estereotipadas. Es cierto que la juventud no es una etapa estable
emocionalmente. Los cambiantes estados de ánimo del joven o de la joven: la
ansiedad, la euforia, la depresión, etc. representan obstáculos ciertamente
graves para la comunicación. Esta inmadurez emocional conlleva que el joven
crea que solo entre los miembros de su propia generación puede sentirse a gusto
y comprendido. Además, tiene una gran necesidad de sentir que forma parte de un
grupo e incluso de diluir su personalidad entre la gran masa de jóvenes Todo
ello es fruto de la enorme necesidad que tiene de creer en algo y lo que le
conduce a agarrarse ciegamente a los dogmas que le ofrece el grupo. Como
consecuencia es corriente encontrarnos que los jóvenes muestren un cierto
rechazo a las otras generaciones. Es evidente que este distanciamiento o
rechazo constituye un gran obstáculo para que fluya la comunicación
intergeneracional. Los datos obtenidos de la investigación en torno al tema de
la identidad de edad nos conducen a afirmar que en la generación de los jóvenes
el sentimiento de formar parte de un grupo es muy elevado comparativamente al
sentimiento de pertenencia que muestran los otros dos grupos de edad
establecidos. La fuerza de este sentimiento de pertenencia al grupo de edad
provoca hostilidad contra todo aquello, aquel o aquella, que no forme parte de
este grupo generacional. Estas actitudes de rechazo y hostilidad por la
necesidad imperiosa de diferenciación son especialmente presentes en el ámbito
familiar. Sin embargo, quiero insistir en el hecho de que las generalizaciones
son en sí mismas empobrecedoras y, por tanto, mis afirmaciones u observaciones
no tienen de ningún modo validez universal.
En
cuanto a la comunicación de la generación adulta, posiblemente es la menos
clasificable y la más variopinta. Si por un lado el ámbito social de la
juventud está bastante definido en la escuela, las discotecas, los bares, etc.,
el de los adultos es el ámbito laboral. Este es tan variado y complejo que es
posible que esta sea la razón por la cual sea considerada la generación más
heterogénea y menos definible. Aun así, se pueden observar hechos
generacionales que mantienen unidas a las generaciones. Asimismo, comparten
unos mismos valores y creencias que determinan su comunicación.
Finalmente, la comunicación en la
vejez está también bastante estereotipada y etiquetada como demuestran
expresiones populares como "un viejo cascarrabias" o "las
batallitas del abuelo". En efecto, un elemento que define en gran medida
la comunicación en la vejez es la experiencia vital acumulada. Esto hace que
los viejos hablen muy a menudo en un tono consejero sobre todo hacia la
generación más joven. Asimismo, otro hecho determinante en la comunicación es
la decadencia física, que en ocasiones puede hacer disminuir el poder de la
comunicación y en otras puede utilizarse como defensa o excusa.